lunes, 22 de febrero de 2010

Que gane el mejor

Dice José María del Nido, presidente del Sevilla FC, que “se puede producir alguna desgracia” si la final de la Copa del Rey entre el conjunto hispalense y el Atlético de Madrid se jugase en la capital de España.

Resulta que últimamente cuando se habla de fútbol se habla demasiado de violencia. Una pena para el deporte, esa actividad sudorosa que fomenta la unión y el afán de superación que lleva por bandera los valores más puros de humanidad, que ningún otro ámbito social puede siquiera soñar alcanzar. Rafa Nadal y Roger Federer son el mejor exponente de la rivalidad y el respeto. Los deportistas ‘luchan’, ‘pelean’, ‘combaten’, ‘disputan’, ‘se enfrentan’… pero los campos de batalla son las pistas, las canchas, el césped, las piscinas, los estadios, los gimnasios, los pabellones deportivos… cuando la guerra se traslada al graderío o los alrededores de los campos, algo falla.


La tercera semana de febrero nos ha dejado una ristra de noticias sobre radicales detenidos y episodios violentos entre ‘hoolingans’ de distintos equipos de fútbol. El más reciente, el que se produjo en el Athletic-Anderlecht después de que los belgas cantaran ‘que viva España’ en San Mamés. Una “provocación” que desembocó en una refriega y cinco detenidos. Sin embarco, como afirma Tomás González-Martín en el ABC, “la culpa la tienen todos”. Es lo único claro de todo este embrollo. González-Martín escribe en ese mismo artículo, publicado el día 20 de febrero de 2010:


“El fanatismo sociopolítico riega la agresividad en las gradas a lo largo y ancho de Europa. Ya no hay peleas por algo tan simple como ser de otro equipo. Ahora se pegan por defender unas ideas primitivas”.



Es la plaga de los bandos. Como decía Jack el Destripador, vayamos por partes:

En la trinchera derecha, los ‘Ultra Boys’ (Sporting), los ‘Ultra Sur’ (Real Madrid), el ‘Frente Atlético’ (Atleti), las ‘Brigadas Blanquiazules’ (Espanyol), los ‘Supporters Sur’ (Betis), el ‘Frente Onuba’ (Recreativo), ‘Ultravioletas’ (Valladolid), ‘Yomus’ (Valencia), ‘Ligallo Fondo Norte’ (Zaragoza) o las ‘Cruzadas Verdiblancas’ (Racing); en la trinchera izquierda, los ‘Riazor Blues’ (Deportivo), los ‘Biris’ (Sevilla), los ‘Bukaneros’ (Rayo) o los ‘Celtarras’ (Vigo); y la trinchera independentista la defienden los ‘Indar Gorri’ (Osasuna), la ‘Peña Mújica’ (Real Sociedad), los ‘Herri Norte Taldea’ (Athletic) y los ‘Boixos’ (Barcelona). Por si esto fuera poco, cada grupo, se tuerza a la diestra o a la siniestra, futbolísticamente le declara la guerra a quien más le irrita. El ‘Frente Atlético’ por ejemplo, está enfrentado a los ‘Ultra Sur’ y las ‘Brigadas Blanquiazules’, misma ideología, misma guerra.

Pues resulta que Del Nido, el ‘presunto malayo’ del sombrero mágico, teme que si la final se celebra en Madrid se líe parda entre el Frente Atlético y los Biris, enfrentados ideológica y futbolísticamente, y para colmo con sus respectivos equipos jugándose el ansiado título. Y digo yo, ¿es que los Biris tienen prohibido peregrinar a Chamartín o al Manzanares? Qué cosas, yo no sabía que los ultras no se pudieran desplazar de una ciudad a otra para armarla donde les venga en gana.


Del Nido no ha pensado en el AVE, ese ferrocarril ultrasónico que une Madrid y Sevilla en menos que canta un gallo. Los estadios sevillanos no tienen suficiente aforo para albergar una final, y otros destinos se presumen lejos (Barcelona) o mal comunicados, precisamente para los sevillanos (Valencia). Mestalla es la opción se baraja como estadio neutro, pero sus 55.000 espectadores no son las 80.000 butacas del Bernabéu, por no mencionar el AVE que comunica las dos ciudades españolas. El Atlético jugaría en su ciudad, sí, pero en un estadio enemigo. Y el Sevilla jugaría en la ciudad que mejores conexiones tiene con la capital andaluza. Más espectadores, más entradas para los dos equipos, más para todos.


Frentes y Biris no pueden condicionar una decisión práctica y lógica. Los radicales se van a desplazar a cualquier ciudad, pero los aficionados tendrán muy en cuenta la sede para viajar hasta ella. La final de la Copa tiene su mejor escenario en Madrid, y el Bernabéu es el coliseo preferible para la gran batalla, cuya declaración de paz debe firmarse con el pitido final del árbitro. El mejor, que venza en el campo. El respeto, que triunfe en las gradas. Así ganará la pasión del deporte y el valor de la competición.





FRASIER: ¡Alfeñique! NILES: ¡foca!
FRASIER: ¡Alfeñique! NILES: ¡foca!
FRASIER: ¡Retira eso ahora mismo! NILES: ¡Oblígame!
FRASIER:¡Niles, Niles! ¡Basta! ¡Somos psiquiatras, no boxeadores!

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