viernes, 9 de abril de 2010

Ministerio de Paridas


Otra más del Ministerio de Igualdad:



BLANCANIEVES, LA CENICIENTA O LA BELLA DURMIENTE,
ACUSADAS DE SEXISTAS


El Ministerio de Igualdad de Bibiana Aído pretende acabar con la lectura en los colegios de cuentos clásicos como Blancanieves, la Cenicienta o la Bella Durmiente porque los considera sexistas. Las princesas románticas que necesitan ser salvadas por un valiente príncipe azul, o las que limpian la casa de los enanitos fomentan, a su juicio, el sexismo ya desde la escuela. El debate está servido entre los libreros y también en la calle, donde prefieren que las historias de siempre no se aparquen pero se explique al pequeño las diferencias con la realidad actual.”



Mmmmm veamos… a veces uno no sabe por dónde empezar. Cualquier día obligarán a los Reyes Magos a hacer un examen para ver si promueven la igualdad con los regalos de Navidad… no vaya a ser que a una niña le regalen una Barbie y a un niño un camión, ¡sexistas!


Lo más triste de todo es que se trata de cuentos clá-si-cos, que no estamos hablando de Disney, sino de literatura tradicional y cuentos populares de los hermanos Grimm o Charles Perrault, que se basaban en relatos y fábulas centenarias (sí, centenarias) para escribir sus historias. Lo de las películas de dibujos no son sólo clásicos, es que son obras maestras del cine y del lápiz, le pese a quien le pese.


Puede que eso sea lo más triste, pero lo más peligroso es que este tipo de medidas rayan la invasión de la intimidad peligrosamente… imagínense ustedes un pergamino de cinco metros y un lacayo leyendo al pueblo el decreto en el que se ordena a los súbditos que está prohibido leer cuentos infantiles a los niños, a menos que hayan sido supervisados por sus excelencias gobernantes. Pero qué digo, quitamos el pergamino y nos queda el BOE. Quitamos al lacayo y nos queda Bibiana Aído. Pero la censura sigue siendo la misma, aunque disfrazada esta vez de paridad. Será que la paridad consiste en decir paridas.

viernes, 12 de marzo de 2010

In Memoriam




"Una novela requiere, al menos, un hombre, un
paisaje, una pasión"



Miguel Delibes (1920-2010)



miércoles, 3 de marzo de 2010

Ganar o Perder, Vivir o Morir

"La verdad es que no sé qué decir. Quedan tres minutos para la batalla más grande de nuestra vida profesional. Todo se reduce a hoy. O bien nos rehacemos como equipo o nos desmoronamos. Centímetro a centímetro, jugada a jugada, hasta que estemos acabados. Estamos en el infierno, caballeros. Creedme. Y podemos quedarnos aquí y que nos den una puta paliza, o bien podemos luchar y abrirnos paso de nuevo hacia la luz. Podemos salir del infierno centímetro a centímetro.
Yo no puedo hacerlo por vosotros. Soy demasiado viejo. Miro a mi alrededor, veo estos rostros jóvenes y pienso. Quiero decir… He tomado casi todas las decisiones equivocadas que un hombre de mediana edad puede tomar. Yo, eh… Me pulí todo mi dinero, lo creáis o no. Di la espalda a todo aquél que me amó alguna vez. Y últimamente no puedo ni mirarme al espejo.
¿Sabéis? Cuando te haces viejo te lo quitan todo. Es parte de la vida. Pero sólo aprendes en el momento en que empiezas a perder cosas. Descubres que la vida es un juego que se mide en centímetros.
También lo es el fútbol. Porque en cada partido, en la vida o en el fútbol, el margen de error es tan estrecho. Quiero decir… medio paso demasiado tarde o muy pronto y no llegarás; medio segundo demasiado lento o muy rápido y no lo atraparás. Los centímetros que necesitamos están por todas partes. Están en cada descanso del partido, en cada minuto, en cada segundo.
En este equipo luchamos por ese centímetro. En este equipo nos dejamos la piel y destrozamos a todo el mundo a nuestro alrededor por ese centímetro. Arañamos con nuestras uñas por ese centímetro. Porque sabemos que sumando todos esos centímetros vamos a marcar la puta diferencia entre GANAR o PERDER, entre VIVIR o MORIR.
Escuchad lo que os digo: en cualquier batalla es el tío que esté dispuesto a morir el que va a ganar ese centímetro. Y sé que si voy a vivir un poco más es porque conservo la voluntad de luchar y morir por ese centímetro, porque VIVIR es eso. Los seis centímetros que tienes delante.
Yo no puedo obligaros a hacerlo. Tenéis que mirar al tipo que tenéis a vuestro lado. Miradle a los ojos. Veréis a alguien que recorrerá ese centímetro con vosotros. Veréis a alguien que se sacrificará por este equipo porque sabe que, llegada la hora, vosotros haréis lo mismo por él.
Eso es un equipo, caballeros. O bien nos rehacemos ahora, como un equipo, o nos desmoronamos como individuos. Eso es el fútbol, chicos. Nada más. Decidme, ¿qué váis a hacer?"
Al Pacino en 'Un domingo cualquiera' (Oliver Stone, 1999)
Quique Sánchez Flores a sus jugadores, otro domingo cualquiera...

lunes, 22 de febrero de 2010

Que gane el mejor

Dice José María del Nido, presidente del Sevilla FC, que “se puede producir alguna desgracia” si la final de la Copa del Rey entre el conjunto hispalense y el Atlético de Madrid se jugase en la capital de España.

Resulta que últimamente cuando se habla de fútbol se habla demasiado de violencia. Una pena para el deporte, esa actividad sudorosa que fomenta la unión y el afán de superación que lleva por bandera los valores más puros de humanidad, que ningún otro ámbito social puede siquiera soñar alcanzar. Rafa Nadal y Roger Federer son el mejor exponente de la rivalidad y el respeto. Los deportistas ‘luchan’, ‘pelean’, ‘combaten’, ‘disputan’, ‘se enfrentan’… pero los campos de batalla son las pistas, las canchas, el césped, las piscinas, los estadios, los gimnasios, los pabellones deportivos… cuando la guerra se traslada al graderío o los alrededores de los campos, algo falla.


La tercera semana de febrero nos ha dejado una ristra de noticias sobre radicales detenidos y episodios violentos entre ‘hoolingans’ de distintos equipos de fútbol. El más reciente, el que se produjo en el Athletic-Anderlecht después de que los belgas cantaran ‘que viva España’ en San Mamés. Una “provocación” que desembocó en una refriega y cinco detenidos. Sin embarco, como afirma Tomás González-Martín en el ABC, “la culpa la tienen todos”. Es lo único claro de todo este embrollo. González-Martín escribe en ese mismo artículo, publicado el día 20 de febrero de 2010:


“El fanatismo sociopolítico riega la agresividad en las gradas a lo largo y ancho de Europa. Ya no hay peleas por algo tan simple como ser de otro equipo. Ahora se pegan por defender unas ideas primitivas”.



Es la plaga de los bandos. Como decía Jack el Destripador, vayamos por partes:

En la trinchera derecha, los ‘Ultra Boys’ (Sporting), los ‘Ultra Sur’ (Real Madrid), el ‘Frente Atlético’ (Atleti), las ‘Brigadas Blanquiazules’ (Espanyol), los ‘Supporters Sur’ (Betis), el ‘Frente Onuba’ (Recreativo), ‘Ultravioletas’ (Valladolid), ‘Yomus’ (Valencia), ‘Ligallo Fondo Norte’ (Zaragoza) o las ‘Cruzadas Verdiblancas’ (Racing); en la trinchera izquierda, los ‘Riazor Blues’ (Deportivo), los ‘Biris’ (Sevilla), los ‘Bukaneros’ (Rayo) o los ‘Celtarras’ (Vigo); y la trinchera independentista la defienden los ‘Indar Gorri’ (Osasuna), la ‘Peña Mújica’ (Real Sociedad), los ‘Herri Norte Taldea’ (Athletic) y los ‘Boixos’ (Barcelona). Por si esto fuera poco, cada grupo, se tuerza a la diestra o a la siniestra, futbolísticamente le declara la guerra a quien más le irrita. El ‘Frente Atlético’ por ejemplo, está enfrentado a los ‘Ultra Sur’ y las ‘Brigadas Blanquiazules’, misma ideología, misma guerra.

Pues resulta que Del Nido, el ‘presunto malayo’ del sombrero mágico, teme que si la final se celebra en Madrid se líe parda entre el Frente Atlético y los Biris, enfrentados ideológica y futbolísticamente, y para colmo con sus respectivos equipos jugándose el ansiado título. Y digo yo, ¿es que los Biris tienen prohibido peregrinar a Chamartín o al Manzanares? Qué cosas, yo no sabía que los ultras no se pudieran desplazar de una ciudad a otra para armarla donde les venga en gana.


Del Nido no ha pensado en el AVE, ese ferrocarril ultrasónico que une Madrid y Sevilla en menos que canta un gallo. Los estadios sevillanos no tienen suficiente aforo para albergar una final, y otros destinos se presumen lejos (Barcelona) o mal comunicados, precisamente para los sevillanos (Valencia). Mestalla es la opción se baraja como estadio neutro, pero sus 55.000 espectadores no son las 80.000 butacas del Bernabéu, por no mencionar el AVE que comunica las dos ciudades españolas. El Atlético jugaría en su ciudad, sí, pero en un estadio enemigo. Y el Sevilla jugaría en la ciudad que mejores conexiones tiene con la capital andaluza. Más espectadores, más entradas para los dos equipos, más para todos.


Frentes y Biris no pueden condicionar una decisión práctica y lógica. Los radicales se van a desplazar a cualquier ciudad, pero los aficionados tendrán muy en cuenta la sede para viajar hasta ella. La final de la Copa tiene su mejor escenario en Madrid, y el Bernabéu es el coliseo preferible para la gran batalla, cuya declaración de paz debe firmarse con el pitido final del árbitro. El mejor, que venza en el campo. El respeto, que triunfe en las gradas. Así ganará la pasión del deporte y el valor de la competición.





FRASIER: ¡Alfeñique! NILES: ¡foca!
FRASIER: ¡Alfeñique! NILES: ¡foca!
FRASIER: ¡Retira eso ahora mismo! NILES: ¡Oblígame!
FRASIER:¡Niles, Niles! ¡Basta! ¡Somos psiquiatras, no boxeadores!

jueves, 4 de febrero de 2010

De creaciones, difusiones y otras miserias (II)


Resulta que mis exageraciones literarias, me refiero a eso de "un pobre violinista castigado por tocar en una esquina unas pocas notas del compositor austríaco", no eran tan infundadas. Leo el día 3 de febrero de 2010 la siguiente noticia en la página web de la agencia de noticias EUROPA PRESS:



LA SGAE COBRARÁ 95 EUROS A UN INSTITUTO DE A CORUÑA POR REPRESENTAR UNA OBRA DE GARCÍA LORCA

La Sociedad General de Autores y Editores (SGAE) cobrará 95 euros al Instituto Ramón Menéndez Pidal de A Coruña por representar en el Fórum Metropolitano la obra de Federico García Lorca 'Bodas de Sangre'. En declaraciones a Europa Press, la vicedirectora del instituto, Alicia Veres, afirmó que la obra será representada por estudiantes del centro y que ayer se les comunicó, a través del Ayuntamiento de A Coruña, que no podrían representarla porque los derechos de autor correspondían al Centro Dramático Nacional.


Veres indicó que, aunque el Centro Dramático les ha "autorizado para representar la obra por ser teatro escolar", el centro debe "pagar 95 euros a la SGAE por algo por lo que no se va a cobrar", indicó en alusión al hecho de que la entrada será gratuita, después de que el Centro Dramático Nacional les permitiese representar la obra sin cobrar el precio de 2 euros previsto inicialmente. Asimismo, indicó que no se les ha dado una explicación en concepto de que se les cobra esta cuantía.


Por su parte, fuentes de la Sociedad General de Autores y Editores consultadas por Europa Press indicaron que se trata "de una tarifa aplicada por los autores, que no fija la SGAE". Asimismo, señalaron que no se cobra cuando la función es un recinto escolar "pero en este caso el espectáculo es fuera de este ámbito", indicaron al recordar que la actuación prevista para el próximo día 19 será en el Fórum Metropolitano.”

Cobrar 95 euros es ridículo. Cobrar cualquier cifra a un Instituto por representar una obra de Lorca (y de cualquiera), es un despropósito grotesco que no hace más que cargarse la cultura de este país (estamos hablando de educación, de cultura, de estudiantes, de bellas artes, ¿no?) Que no se escuchen voces más enérgicas contra estas medidas roñosas, es desolador. Pero lo peor es que a veces pienso que esto no es más que el principio de una cruzada agotadora.
Hace poco, el periodista Carlos Alsina recordó en su 'Brújula' de OndaCero las palabras de Winston Churchill “sangre, esfuerzo, sudor y lágrimas”, y recordó también cómo la palabra 'esfuerzo' quedó “apeada de los libros de Historia”. Bueno, eso no viene al caso, pero me gustó tanto que aún a riesgo de que se me eche encima el copyright Alsina (les voy a decir una cosa: no lo creo), lo voy a aplicar al esperpéntico quehacer de la SGAE: combatir estas gilipolleces día tras día nos va a costar 'sangre, esfuerzo, sudor y lágrimas', pero sobre todo esfuerzo. Porque son medidas y leyes que se cuelan con disimulo en la legislación y hacen de la legalidad algo alejado de la justicia sin que nos demos cuenta.




NILES: No nos gusta pensar que la justicia es ciega, la triste realidad es que las blancas y ricas no reciben un trato justo. A los tribunales les encanta dar ejemplo con ellas. […] Me voy a comisaría y no saldré de allí hasta que consiga justicia. Bueno justicia exactamente no, un trato preferencial. ¡No saldré de allí hasta que lo consiga!

martes, 12 de enero de 2010

De creaciones, difusiones y otras miserias

Mark Twain dijo en una ocasión: “Sólo una cosa es imposible para Dios: encontrarle algún sentido a cualquier ley de copyright del planeta”. No parece una afirmación tan exagerada cuando hay quien se pregunta qué extraña ecuación es esa que permite que la justicia para los artistas suponga injusticia para otros. Derechos de autor, copyrights, propiedad intelectual, Internet, piratería, plagios, intereses, artistas, difusión de obras, revolución digital… las líneas son muchas y a veces difusas. Cuando, además, entra en juego la libertad de información y las nuevas tecnologías accesibles a cualquiera, el entramado es cada vez más confuso. Ahora bien, no hay maraña suficientemente enredada como para justificar que desde un ministerio de Cultura se disparen desvaríos a bocajarro. Como el que descargó sin pudor la ministra Ángeles González-Sinde, quien afirmó que “Mozart vivía en la miseria por no tener derechos de autor”.

González-Sinde soltó la perla en los Desayunos de TVE el pasado mes de noviembre. Nadie sabe lo que pasaba por la mente de la ministra, pero todo el mundo escuchó lo que brotó de sus labios. Una reciente exposición de la Musikverein de Viena sobre el compositor austríaco mostraba al público varios documentos de la vida de Mozart, algunos de sobra conocidos. Si bien es cierto que Wolfgang llegó a pedir dinero a sus amigos con cierto grado de angustia y asiduidad, lo cierto es que nunca dejó de llevar una vida propia de la clase alta y sus ingresos eran muy elevados para la época, cobrando unos 10.000 florines al año, cuando “en aquella época, uno podía llevar una vida de clase alta con 500 florines anuales y un obrero ganaba nada más que 25 al año”, en palabras del director de la exposición, Otto Biba, recogidas por el corresponsal de The Guardian, Luke Harding, en un especial para el periódico británico. Biba aseguró que los ingresos de Mozart lo situaban “entre el 5 por cierto más adinerado de la población”. Desde luego, “miseria” no es la palabra que mejor define la existencia de Wolfgang Amadeus, aunque es cierto que tuvo abultadas deudas, pero precisamente quizá fueran éstas el resultado del alegre derroche de un Mozart joven y vivaracho.

La imagen romántica que a menudo se tiene de Mozart, como un genio que llevaba una vida dura plagada de desgracias y penurias económicas, dista mucho de la realidad. Las biografías y la propia correspondencia del compositor así lo demuestran. Mozart supo disfrutar de la vida. Tenía siempre cerca una mesa de billar y acudía a todas las fiestas que podía, preocupado siempre de vestir las mejores levitas, visitaba regularmente a su peluquero y su mujer pasó largos períodos en varios balnearios. Por no mencionar que vivía en una de las capitales más prósperas de Europa y en dependencias amplias y vistosas. Además de su trabajo como músico de la Corte, Mozart ganaba dinero con sus conciertos y sus lecciones privadas de piano. En la exposición pueden verse facturas de diversa índole, como la de 800 florines que recibió de su mecenas real, José II; y parte de la correspondencia entre el músico y su padre Leopold en las que se enorgullecen de los 1.000 florines recibidos tras ofrecer un único concierto. A partir de 1786, Mozart disminuyó sus apariciones en conciertos y sus ingresos se redujeron. Pero fue también una época de grandes dificultades para todos los músicos de Viena a causa de la guerra entre Austria y Turquía, que redujo el nivel económico de la aristocracia, que era la que los financiaba. Por otra parte, el hecho de que Mozart fuera enterrado en una fosa común se debe entre otras cosas a que murió en Viena y no en su ciudad natal, Salzburgo, donde podría haber sido sepultado en el panteón familiar, por no mencionar que el entierro en fosas comunes era algo habitual en el siglo XVIII, cuando un músico era considerado como un sirviente, y no suponía ninguna tragedia para nadie (salvo, paradójicamente, para el propio compositor).

¿Se imaginan a Mozart peleando contra las discográficas, las distribuidoras, contra esa cosa llamada SGAE, o contra el mismísimo ‘top manta’? Suerte que el genio de Salzburgo no conoció los actuales derechos de autor, porque lo que ocurriría sería que se llevaría un porcentaje irrisorio de sus verdaderos beneficios y la injusticia sobre él sería monstruosa, y entonces sí que moriría en la miseria. Y pobre de aquél intrépido viandante que osara silbar alguna de sus sinfonías por las calles dieciochescas, no fuera que algún francotirador le abatiera súbitamente para salvaguardar la propiedad intelectual. Intento borrar el disparate de mi mente pero me asalta la imagen de un pobre violinista castigado por tocar en una esquina unas pocas notas del compositor austríaco.

Aunque ahora que lo pienso, el que de verdad se enfrentó a un castigo despiadado fue el propio Mozart, que plagió descaradamente una obra de Gregorio Allegri que en 1770 descansaba a prueba de copias en la Capilla Sixtina. Sin embargo, Mozart pudo escucharla una vez y gracias a su genio pudo transcribirla completamente una vez fuera de la Capilla Sixtina. Al día siguiente, Mozart volvió para oír de nuevo la pieza y hacer unas pocas correcciones. El padre del compositor lo explicaba así en una carta: “El Miserere de Roma es tan apreciado que hasta los intérpretes tienen prohibido bajo pena de excomunión el llevarse aunque sólo sea una parte de él, copiarla o dejársela a nadie. ¡Pero nosotros ya lo tenemos! Wolfgang lo ha trascrito”. Eso era ‘robar’ y no lo del Emule.

Que no se preocupe la ministra por Mozart. Su inmortalidad está garantizada por su genio en un 99 por ciento, y el 1 por ciento restante se lo protege el derecho de paternidad de la obra, ése que no se puede vender a ningún precio. Y he aquí que los derechos de autor están más pendientes del dinero que de la autoría de las obras (maestras o no). Por eso puede que el canon ponga a la misma altura al “artista Bisbal” que al “artista Beethoven”. Todo por la Igualdad.

Volviendo a los derechos de autor y dejando a Mozart descansar en paz, leo en eldiariodelhenares.com un artículo que firma Pablo Jato, quien se fija “en un pequeño detalle” en esto de la propiedad intelectual y se pregunta por qué los créditos finales de toda película, serie o documental que sale en la tele “son cortados sistemáticamente por las cadenas para poder exprimir aún más el tiempo de publicidad”. Desoyen la última línea de los títulos que reza “todos los derechos reservados” y no les importa la “falta de respeto” que supone para todos los que han realizado la película. ¿Y si todos esos nombres que son mutilados por las cadenas se pusieran en huelga?, se pregunta Pablo Jato. Ninguno de los Bardem, Almodóvar ni Penélopes “serían nada sin estos trabajadores de letra pequeña” que abarrotan la pantalla después del ‘Fin’, pero claro, si no hay guerras de por medio, lo de las huelgas está mal visto. Ojo que en Hollywood tampoco serían nadie sin toda la comitiva que hace posible la peli y también aparece el ‘All Rights reserved’ después del ‘The End’. Sí, también cortan por lo sano los taquillazos americanos, aunque sea “la película de la semana”.

Hablando de tajos sin compasión, en un episodio de adivinen-qué-serie (este blog no podría pasarlo por alto), Frasier se sienta al piano y toca desenfrenadamente la canción ‘Great Balls of Fire’. Los derechos de autor de Jerry Lee Lewis obligaron a la serie a mutilar el episodio y eliminar esa escena para posteriores lanzamientos de DVD o emisiones por televisión. 20 segundos que Kelsey Grammer tornó brillantes y podrían haber homenajeado al rock, pero se fueron por la borda por el maldito copyright. Si Mozart tuviera que aplicar la censura cada vez que alguien explotara alguna de sus composiciones, el pobrecillo hubiera añorado el anonimato.



FRASIER, a un escritor famoso: "¡Egocéntrico, ladrón! [..] Aunque nadie lo diría después de leer tus tres páginas de agradecimientos en los que mencionas desde a tu profesora de la guardería hasta el hombre que diseñó la portada, pero no, ¡a mi no! ¡¡Yo sólo fui quien te dio la historia que has comercializado hasta lograr esta máquina de fabricar millones de dólares!!"

martes, 29 de diciembre de 2009

GUAUUUUU, por Eddie Crane

La sociedad canina American Kennel Club (una especie de émulo de la Federación Canina Internacional) acaba de elegir a Snoopy como el mejor perro de la cultura pop estadounidense. Más de 75.000 participantes votaron por Internet y escogieron a sus canes preferidos del mundo de la televisión, el cine, la literatura, los deportes o el arte. El American Kennel Club celebra su 125º cumpleaños con este curioso catálogo encabezado por el beagle que diseñó Charles Schulz en los años 50. Le sigue el perro Reveille -¿quién? Sí, hombre, la mascota de la Universidad de Texas, un collie que parece haber suplantado al mismo Lassie- y el célebre Scooby Doo. El cuarto puesto, por sorprendente que pueda parecer, no es para Lassie. Ni para Rex, ni Milú, ni Pongo, ni Goofy, ni Pluto, ni Beethoven (el perro), ni Pulgoso, ni Ideafix, ni Rintintín… tampoco para Brandon, ni Buddy, ni siquiera para el perro de Paulov, ni el de Xabier Cugat, ni el de Xaudaró, ni el sabueso de Baskerville, ni los Tim y Scamper de Enid Blyton, tampoco Laika ni la perrita Marilyn de Herta Frankel.

El cuarto puesto lo ha conquistado Eddie Crane, el jack russell que vivió en Seattle durante 11 años bajo el bastón de su fiel dueño Martin y la mirada aniquiladora de Frasier quien, después de todo, terminó por encariñarse con el animal. Y eso que el perro seguía retándole a esas interminables ‘guerras de miradas’ que el doctor Crane nunca supo dominar, como tampoco logró impedir que Eddie se subiera a su preciado sofá de ante de Chanel que imperaba en el distinguido salón del 1901 de las Torres Elliott Bay.

Por cierto que el top ten lo remata Brian Griffin de la serie Padre de Familia, todo un ejemplo de la influencia de los shows televisivos en la memoria cultural occidental. El resto de la lista de la Kennel Club no me consta, pero desde luego es fácil imaginarse un repertorio digno de cualquier Leporello, porque esto de los perros célebres no es nuevo (ya quisieran los gatos). A todos los canes arriba mencionados podemos añadir algunos más, como el basset-hound de los Hush Puppies y del condado de Hazzard, Oddie, la eterna sombra del odioso Garfield; La Dama y el Vagabundo, Slinky, el perro salchicha que ayudaba a Buzz Lightyear; Dartacan, Balto, Ayudante de Santa Claus, alias el perro de Los Simpson; y por supuesto, Colmillo Blanco.



FRASIER: "Qué envidia me das, Eddie. Las dudas más grandes que tú tienes serán 'quién me sacará a pasear hoy, quién me dará de comer…' y yo no alcanzaré esa felicidad hasta dentro de 40 años. "