martes, 12 de enero de 2010

De creaciones, difusiones y otras miserias

Mark Twain dijo en una ocasión: “Sólo una cosa es imposible para Dios: encontrarle algún sentido a cualquier ley de copyright del planeta”. No parece una afirmación tan exagerada cuando hay quien se pregunta qué extraña ecuación es esa que permite que la justicia para los artistas suponga injusticia para otros. Derechos de autor, copyrights, propiedad intelectual, Internet, piratería, plagios, intereses, artistas, difusión de obras, revolución digital… las líneas son muchas y a veces difusas. Cuando, además, entra en juego la libertad de información y las nuevas tecnologías accesibles a cualquiera, el entramado es cada vez más confuso. Ahora bien, no hay maraña suficientemente enredada como para justificar que desde un ministerio de Cultura se disparen desvaríos a bocajarro. Como el que descargó sin pudor la ministra Ángeles González-Sinde, quien afirmó que “Mozart vivía en la miseria por no tener derechos de autor”.

González-Sinde soltó la perla en los Desayunos de TVE el pasado mes de noviembre. Nadie sabe lo que pasaba por la mente de la ministra, pero todo el mundo escuchó lo que brotó de sus labios. Una reciente exposición de la Musikverein de Viena sobre el compositor austríaco mostraba al público varios documentos de la vida de Mozart, algunos de sobra conocidos. Si bien es cierto que Wolfgang llegó a pedir dinero a sus amigos con cierto grado de angustia y asiduidad, lo cierto es que nunca dejó de llevar una vida propia de la clase alta y sus ingresos eran muy elevados para la época, cobrando unos 10.000 florines al año, cuando “en aquella época, uno podía llevar una vida de clase alta con 500 florines anuales y un obrero ganaba nada más que 25 al año”, en palabras del director de la exposición, Otto Biba, recogidas por el corresponsal de The Guardian, Luke Harding, en un especial para el periódico británico. Biba aseguró que los ingresos de Mozart lo situaban “entre el 5 por cierto más adinerado de la población”. Desde luego, “miseria” no es la palabra que mejor define la existencia de Wolfgang Amadeus, aunque es cierto que tuvo abultadas deudas, pero precisamente quizá fueran éstas el resultado del alegre derroche de un Mozart joven y vivaracho.

La imagen romántica que a menudo se tiene de Mozart, como un genio que llevaba una vida dura plagada de desgracias y penurias económicas, dista mucho de la realidad. Las biografías y la propia correspondencia del compositor así lo demuestran. Mozart supo disfrutar de la vida. Tenía siempre cerca una mesa de billar y acudía a todas las fiestas que podía, preocupado siempre de vestir las mejores levitas, visitaba regularmente a su peluquero y su mujer pasó largos períodos en varios balnearios. Por no mencionar que vivía en una de las capitales más prósperas de Europa y en dependencias amplias y vistosas. Además de su trabajo como músico de la Corte, Mozart ganaba dinero con sus conciertos y sus lecciones privadas de piano. En la exposición pueden verse facturas de diversa índole, como la de 800 florines que recibió de su mecenas real, José II; y parte de la correspondencia entre el músico y su padre Leopold en las que se enorgullecen de los 1.000 florines recibidos tras ofrecer un único concierto. A partir de 1786, Mozart disminuyó sus apariciones en conciertos y sus ingresos se redujeron. Pero fue también una época de grandes dificultades para todos los músicos de Viena a causa de la guerra entre Austria y Turquía, que redujo el nivel económico de la aristocracia, que era la que los financiaba. Por otra parte, el hecho de que Mozart fuera enterrado en una fosa común se debe entre otras cosas a que murió en Viena y no en su ciudad natal, Salzburgo, donde podría haber sido sepultado en el panteón familiar, por no mencionar que el entierro en fosas comunes era algo habitual en el siglo XVIII, cuando un músico era considerado como un sirviente, y no suponía ninguna tragedia para nadie (salvo, paradójicamente, para el propio compositor).

¿Se imaginan a Mozart peleando contra las discográficas, las distribuidoras, contra esa cosa llamada SGAE, o contra el mismísimo ‘top manta’? Suerte que el genio de Salzburgo no conoció los actuales derechos de autor, porque lo que ocurriría sería que se llevaría un porcentaje irrisorio de sus verdaderos beneficios y la injusticia sobre él sería monstruosa, y entonces sí que moriría en la miseria. Y pobre de aquél intrépido viandante que osara silbar alguna de sus sinfonías por las calles dieciochescas, no fuera que algún francotirador le abatiera súbitamente para salvaguardar la propiedad intelectual. Intento borrar el disparate de mi mente pero me asalta la imagen de un pobre violinista castigado por tocar en una esquina unas pocas notas del compositor austríaco.

Aunque ahora que lo pienso, el que de verdad se enfrentó a un castigo despiadado fue el propio Mozart, que plagió descaradamente una obra de Gregorio Allegri que en 1770 descansaba a prueba de copias en la Capilla Sixtina. Sin embargo, Mozart pudo escucharla una vez y gracias a su genio pudo transcribirla completamente una vez fuera de la Capilla Sixtina. Al día siguiente, Mozart volvió para oír de nuevo la pieza y hacer unas pocas correcciones. El padre del compositor lo explicaba así en una carta: “El Miserere de Roma es tan apreciado que hasta los intérpretes tienen prohibido bajo pena de excomunión el llevarse aunque sólo sea una parte de él, copiarla o dejársela a nadie. ¡Pero nosotros ya lo tenemos! Wolfgang lo ha trascrito”. Eso era ‘robar’ y no lo del Emule.

Que no se preocupe la ministra por Mozart. Su inmortalidad está garantizada por su genio en un 99 por ciento, y el 1 por ciento restante se lo protege el derecho de paternidad de la obra, ése que no se puede vender a ningún precio. Y he aquí que los derechos de autor están más pendientes del dinero que de la autoría de las obras (maestras o no). Por eso puede que el canon ponga a la misma altura al “artista Bisbal” que al “artista Beethoven”. Todo por la Igualdad.

Volviendo a los derechos de autor y dejando a Mozart descansar en paz, leo en eldiariodelhenares.com un artículo que firma Pablo Jato, quien se fija “en un pequeño detalle” en esto de la propiedad intelectual y se pregunta por qué los créditos finales de toda película, serie o documental que sale en la tele “son cortados sistemáticamente por las cadenas para poder exprimir aún más el tiempo de publicidad”. Desoyen la última línea de los títulos que reza “todos los derechos reservados” y no les importa la “falta de respeto” que supone para todos los que han realizado la película. ¿Y si todos esos nombres que son mutilados por las cadenas se pusieran en huelga?, se pregunta Pablo Jato. Ninguno de los Bardem, Almodóvar ni Penélopes “serían nada sin estos trabajadores de letra pequeña” que abarrotan la pantalla después del ‘Fin’, pero claro, si no hay guerras de por medio, lo de las huelgas está mal visto. Ojo que en Hollywood tampoco serían nadie sin toda la comitiva que hace posible la peli y también aparece el ‘All Rights reserved’ después del ‘The End’. Sí, también cortan por lo sano los taquillazos americanos, aunque sea “la película de la semana”.

Hablando de tajos sin compasión, en un episodio de adivinen-qué-serie (este blog no podría pasarlo por alto), Frasier se sienta al piano y toca desenfrenadamente la canción ‘Great Balls of Fire’. Los derechos de autor de Jerry Lee Lewis obligaron a la serie a mutilar el episodio y eliminar esa escena para posteriores lanzamientos de DVD o emisiones por televisión. 20 segundos que Kelsey Grammer tornó brillantes y podrían haber homenajeado al rock, pero se fueron por la borda por el maldito copyright. Si Mozart tuviera que aplicar la censura cada vez que alguien explotara alguna de sus composiciones, el pobrecillo hubiera añorado el anonimato.



FRASIER, a un escritor famoso: "¡Egocéntrico, ladrón! [..] Aunque nadie lo diría después de leer tus tres páginas de agradecimientos en los que mencionas desde a tu profesora de la guardería hasta el hombre que diseñó la portada, pero no, ¡a mi no! ¡¡Yo sólo fui quien te dio la historia que has comercializado hasta lograr esta máquina de fabricar millones de dólares!!"